Aqui te explicare algunos conceptos de kuei jin(super hombre);partiendo por este , Naoki es un muerto o un kuei jin. Vampiros orientalesque no es lo mismo que el clasico vampiro occidental chupa sangre, partiendo porque no son abrazados o mordidos por nadie,ellos simplemente son muertos que volvierona a la vida tras un hecho que los conmociono como una muerte por accidente inesperada, asesinados o con asuntos pendientes. Vuelvan a la rueda carmatica y no se alimentan de sangre sino de Chi. También pueden algunos ir bajo la luz del dia pero solo un determinado tiempo.Los shinma son dioses menores,nada que ver con las hadas occidentales.Seres elementales que pueden ser desde animales(plebeyos),o elementos en si(kamuis),los hay de cada uno de los elementos chinos. Estos tambien mueren,pero cuando un cuerpo muere y el alma del propietario original se va,el espiritu inmortal del shinma y se posesiona del cuerpo moribundo.Ambos casos pueden llegar a tener descendencia, es solo que uno de ellos puede ir por el día sin problemas y el otro es un ser de oscuridad.Ninguno de los dos es malvado, solo como los humanos normales, a conciencia de cada cual.
Conociendo el entorno, de cómo Kaerin se hizo amigos tan extraños.


Un palacio como ninguno, desde el punto de vista de la joven quien nunca vio uno en su vida, ni mucho menos soñó con estar dentro. Los sirvientes caminaban apresurados de un lado a otro cargando el equipaje de las demás postulantes, un juego de colores que la sorprendió. Pero no más que a su olfato aquel dulce olor a comida.
-Cerdo con…- lo siguió embelezada- orégano… manzanas… - al cabo de pocos momentos ya estaba en la caótica cocina.
Una mujer inmensa daba órdenes a otras para arreglar platos de exquisita confección. Frutas adornadas en forma de ave. Cosas de lo más extrañas he incluso comida de la que nunca oyó hablar. Se escabullo entremedio pasando desapercibida y robo una canasta con pan, metió queso- o eso parecía y dio vuelta dos platos dentro saliendo apenas encontró la oportunidad para hacerlo.
Encontró un pequeño jardín, jarrones con plantas muy cuidadas, nada se parecía a su aldea. Se tiro en el pasto mientras arreglaba su pequeño picnic a orillas del estanque de peces de colores.
-Muy bueno…- masticaba un pedazo de pan. Trató de recordar lo que le enseñara el viejo pero no tenía servicios para eso así que luego de engullir lo que más le gustara y dejar en la canasta lo que no, se limpio en la misma ropa claro que en el dorso para que las manchas no se notaran.
Siguió su camino dispuesta a recorre todo lo que pudiera con tal de que no la pillaran donde no debía. Un gran muro que no alcanzaba a saltar por su pequeña estatura. La curiosidad era más grande así que puso manos a la obra tomando los jarrones del lado del estanque apilándolos de mala manera. Recogió unos trozos de madera seca como soporte y se dedicó a escalar con mucho esfuerzo para pasar. A duras penas pudo llegar a lo alto. Un árbol frondoso la cubría del otro lado.
-Puedo...- tiro los zapatos abajo, No es tan difícil- pensó escalando.
No hubo problemas, ningún muro la separaría de su deber de curiosear. Trato de no hacer mucho ruido viendo a lo lejos a dos guardias quienes vigilaban los alrededores.
-No deberías estar aquí- la voz casi la hizo gritar del susto. Un niño solo un poco más alto que ella de cabello oscuro la observaba como si fuese poca cosa- Si te ven te encierran.
-Si yo no debo estar tú tampoco-lo indicó susurrando.
En el punto, el chico no le respondió al contrario le dedicó una sonrisa sarcástica dentro de lo que podía llamarse como tal por la mueca de su rostro.
-Mi nombre es Kaerin- le dio la mano apretándola con fuerza ¿Sabes donde estamos?
-En el castillo interior. Aquí solo pueden estar las concubinas y sus hijos.
-A…- lo miro con despreocupado interés-¿Qué es una cuncunina?
-Concubina- corrigió resoplando- Son las esposas del Emperador actual y el anterior.
-A… ¿Muchas?
-No. Solo cincuenta
-¡Cincuenta!- grito espantada.
El chico le tapo la boca al notar a los guardias se aproximaban y la llevo corriendo hacia otro lado dejándolos atrás.
Corrieron por entre los arbustos, ella solo lo seguía, parecía conocer perfectamente el camino. Se metió dentro de un inmenso jarrón de barro y le indicó a ella hiciera lo mismo. Lo imito sin dudar.
Esperó agitada rogando no la escucharan, no movió un pelo e intento no respirar.
-¿Algo?- escuchó desde fuera
-Nada- un mosquito se metió al jarrón comenzando a sobrevolar arriba de su cabeza.
-Creí escuchar pasos.
-Tú siempre los escuchas
-Debemos estar atentos ¿No? ¿Qué pasa si algún enemigo se mete y nos ataca desde dentro?
-Que hombre más serio- escucho una risa estrepitosa
-Ya veras cuando yo tenga toda la razón
Se les ocurrió justo quedarse a hablar ahí. Mientras el mosquito molesto la acosaba zumbando cerca de su oído amplificando el sonido. La niña no quería moverse de lo asustada que estaba pero si ese condenado seguía acosándola…
En un esfuerzo sobrehumano meneo un poco la mano alejándolo pero el impertinente se le paro en la nariz a tocarse las patas como si nada malo ocurriera. Movió la nariz pero no se fue. Lo soplo pero parecía aferrarse con fuerza burlándose de la situación.
-¿Te quedarás ahí todo el día niña?- era el chico que la miraba desde arriba.
-Solo esperaba- trato de aplastar el mosco con sus manos pero al levantarse se le fue el equilibrio.
El jarrón se meció hacia los lados hasta caer y comenzar a caer con ella dentro. El niño la perseguía gritándole que parara mientras ella solo se agarraba de lo que podía comenzando a marearse ante tanto giro sin control.
Solo la intervención de los guardias logro que no llegara a estrellarse contra las paredes. Al reconocerlo ambos se alinearon haciendo una reverencia, Kaerin se tambaleaba tapándose la boca a punto de echar todo fuera.
-Majestad. No sabíamos era UD.
-Ahora lo saben, ya déjennos solos.
-Pero- se miraron dudosos- Su madre nos ordeno no dejarlo salir. Al menos hasta que sea la envestidura del Emperador.
-No necesito niñeras, ya estoy demasiado grande para esas cosas y mi madre puede creer lo que quiera- se cruzo de brazos enfadado.
-Majestad- le indico uno a la niña tirada en el suelo en estado de bulto.


Despertó con malestar estomacal, aun podía sentir que le daba vueltas el mundo a su derredor. Miro el lugar sin reconocerlo inclinándose con cuidado en la blanda cama.
Paredes adornadas, una joven peinaba sus cabellos frente aun espejo mientras la otra leía una hoja jugueteando con una pipa. Mucho adorno y colores, muros con figuras humanas, baúles de madera, cortinas oscuras y bisillos claros con blondas muy finas. Hasta su almohada olía bien.
-Hola- las saludo dejando de lado su malestar- Soy Kaerin
-No llegaste a la primera comida, la señora estaba muy enfadada y más encima tuvieron que cambiarte las ropas sucias. Reclamaba la que se peinaba.
-A mi me pareció muy aburrida esa comida- soltó una bocanada de humo la chica del extraño gorro amarillo. Soy la princesa Baris y esa es la princesa Ania. No te molestes en hablarle, lo único que hace es reclamar.
-¿Reclamar? Mira niña, no sabes nada de la vida, si realmente quieres ser una princesa debes comportarte como una. Yo lo soy.
-Hablas como la vieja
-¿Vieja?- se molesto dejando el cepillo un lado.
-Si sigues así quedaras calva, ya me lo decía mi abuelita- ambas rieron burlándose de la incomprendida.


Kaerin era una simple campesina quien ayudaba a su padre en las cosechas. Llevaba una vida dura al no tener a su difunta madre a su lado pero se manejaba bien hasta donde podía. No tenía educación aun cuando siempre quiso estudiar, mas los medios no estaban de su parte. Era feliz con sus 14 años de juventud.
Cierto día regresaba de cargar un poco de leña para su padre cuando vio caballos fuera de su humilde cabaña. Curiosa dejo todo de lado dispuesta a ver quienes eran las visitas.
-Kaerin- le dijo su padre preocupado.
-Es ella- parecía ser un oficial llevaba una tenida similar a la de los demás hombres los que estaban armados y vigilaban la habitación mientras este leía un pergamino.
-¿Qué ocurre padre?- lo miro extrañada.
-“Por ordenes de su Ilustrísima; se ha mandado tras la muerte de nuestro queridísimo Emperador , hijo de la madre Celestial quien descanse en su trono inmortal...- la joven miraba hacia los lados algo aburrida por lo ceremonioso que hablaba el heraldo -... buscar candidatas de todas las provincias para ser una de las futuras esposas del heredero al trono y así...”- lo interrumpió el grito del padre de la niña.
-¡No se llevaran a mi hija!- dio manotazos para todos lados llegando al lado de ella.
-¡Arréstenlo!- dijo el hombre de uniforme.- Por impedir la proclama y estar en contra de los deseos del Ilustrísimo.
-¡No!- Kaerin se interpuso entre su padre y los soldados- No se lo lleven.
-Entonces...- la miro cerrando el pergamino- Deberás acompañarnos a Palacio.
-No lo hagas- la jalo su padre para abrazarla.-Eres lo único que tengo.
-Padre- trato de consolarlo con una dulce sonrisa- No te preocupes, estaré bien. Ya veras que regresare pronto. No te preocupes.
-No vayas, si lo haces no nos volveremos a ver.- su voz se quebraba en una suplica.
-Padre- acaricio sus manos- le pediré que ayude a nuestra aldea. Si realmente es bueno lo hará.-le guiño un ojo confiada-¡Volveré!- le dio un fuerte abrazo.

Se marcho esa mañana así como muchas candidatas mas de todas las provincias. Caravanas adornaban los caminos a Palacio. Kaerin fue vestida con finas ropas y llevada en palanquín por una escolta de no menos de diez hombres, entre guardias y sirvientes.
-Debes comportarte como una fina dama- la regañaba el heraldo al verla bostezar con la boca muy abierta.-Tendremos que parar a darte unas cuantas lecciones- resoplo fastidiado.-Haremos que te conviertas de flor de barro en una de jardín-esta ni lo escuchaba mirando hacia fuera los paisajes.
-No te preocupes viejo, no pienso quedarme por mucho tiempo- le saco la lengua burlesca.
-¡¿Viejo?!- se escandalizo haciendo que su diminuto bigote se estremeciera. La niña se puso a reír descontroladamente-Tus modales son vulgares y grotescos- trato de ser hiriente pero ella no se dio ni por aludida-¡Si no fuese por la orden te enviaría de vuelta ahora mismo!.
-Noooo- se hecho hacia atrás levantando las mangas del vestido en signo despreocupado-Quiero estudiar, aprenderé algunas cosas y luego...
-Claro que aprenderás, pero antes MODALES.

Se quedaron en una hospedería del camino por la lluvia repentina que los pillo en el viaje. No era la mejor época del año. Kaerin se divertía corriendo de un lado a otro para romper el aburrimiento mientras el heraldo jugaba con unas piezas redondas sobre un tablero. Pasados unos segundos se puso a reclamar.
-¡Quédate quieta! ¡Ese no es el comportamiento de una dama!
-Viejo- sonrió parando cerca de la ventana- Cuéntame ¿Qué ocurrió?
-¿No lo sabes?-arreglo sus fichas- Obviamente no- bufo dándose una pausa para respirar antes del relato- El Emperador ha muerto- hizo una señal de reverencia- Se espera que...- al dirigirle la mirada a la niña esta estaba jugueteando con una polilla que revoloteaba por la habitación. Exasperado, el hombre se levanto de su silla regañándola- ¡Primera lección!- saco un extraño abanico que guardaba entre sus anchas mangas-Pondrás atención cuando se te hable- le dio un golpecito con el objeto en la cabeza- Segundo, llegaremos a un trato.
-¿Cuál?- sonrió divertida mirando moverse el bigote-Si logras pasar los 6 meses de estudios con brillantes, me encargaré que tu padre reciba 100 monedas de oro. En cambio sI logras ser una de las esposas, tendrá un futuro al igual que tú asegurado de por vida y no tendrá que volver a trabajar nunca más.
-¡100!- abrió los ojos asombrada- ¡Trato!- grito animada dejando al hombre tranquilo.
-Pero antes debes aprender a comportarte – volvió a darle un golpecito con el abanico en la cabeza- A guardar silencio y a cumplir tus promesas.
-Lo haré!- dijo alegre dando vueltas por la habitación con los brazos abiertos.
-Será difícil- susurro agotado.

En el camino le enseño a caminar con estilo, esto le costo un gran esfuerzo ante las constantes pataletas de la niña, y a callar cuando nadie le preguntaba su opinión, esto fue casi imposible; era demasiado obstinada y revoltosa. Ella por su tanto se dedico a correr cuando nadie la veía, a hacer morisquetas y trepar árboles en busca de alguna hoja que le gustara, dejando al heraldo histérico.

La segunda semana de viaje llegaron a Palacio. Las afueras de la ciudad Imperial impresionaron a Kaerin quien jamás viera un mercado tan grande y a tanta gente reunida en un solo lugar. Pero mayor asombro se llevo al ver desde las murallas externas la silueta del Patio exterior.
La caravana que en que viajaba se detuvo frente a una puerta única, la niña se bajo del palanquín tratando de no arrastrar el vestido. El heraldo se le acerco con paso ceremonioso.
-Recuerda nuestro trato- ésta asintió- Confiaré en tú palabra-volvió a asentir sin dejar de mirar con la boca abierta tan bello paisaje-También compórtate- le cerro la boca- Y has caso en todo sin refutar –la guió hacia la puerta- La Anciana Guía te llevará por el túnel de Decisión- le indicó a una mujer baja y arrugada que la esperaba en la entrada- Síguela.
-Gracias- le hizo una reverencia formal dejándolo encantado-Procure cuidar de mi padre, yo estaré aquí cuanto sea necesario- luego salió corriendo rompiendo todo el protocolo para hacerle señas de despedida con la mano mientras llegaba donde la anciana.
-¡Has tu mejor esfuerzo!- la animo el heraldo quien se había acostumbrado a la compañía de la revoltosa.
-¡Sí!- llego a su objetivo- Hola anciana- la mujer ni la miro-¿Hacia dónde vamos?- ignorándola fue a abrir la puerta. Kaerin al verla complicada la ayudo jalando con fuerza - ¿Qué hay detrás?- curiosa husmeaba , fue tomada de la mano y guiada hacia dentro donde estaba oscuro- No veo nada- camino al lado de la anciana tratando de forzar la vista- ¿Qué hay al final? Dime- se amurraba, el túnel se hacía eterno- Dime- la movió un poco-¿No hablas?- fue pasada por alto.
Dando un bufido de decepción miro hacia delante notando una pequeña salida, había perdido el sentido del tiempo y estaba cansada de caminar con la aburrida anciana quien le apretaba la mano a cada pregunta. Al acercarse mas y mas se sintió mareada, haces de luz jugueteaban desde lo que parecía ser la salida ululando por las murallas, aun así no veía nada, trato de mantener los ojos abiertos pero se le hacía cada vez mas difícil, los reflejos la estaban hipnotizando llamando al sueño, el lugar le dio vueltas aun cuando lucho por mantenerse conciente.
-Pronto llegaremos a la salida- la voz la volvió a la realidad.
-¿Quién...?- miro hacia su lado, los rayos de luz marcaban una silueta de alguien mucho mas alto que ella.
-Soy Naram- su voz era muy calmada.
-¿También vienes de candidato?- bromeo sonriendo.
-Solo me gusta escapar de vez en cuando a la soledad de esta oscuridad- la luz de la salida se hizo intensa cegándola por unos segundos. Una escala grande frente a ella.
Encandilada se estremeció ante el cambio de temperatura. A su lado un apuesto joven le dirigía una amable sonrisa, pero sus ojos eran tristes y un aire solitario lo rodeaba.
Llevaba el pelo largo minuciosamente amarrado con adornos y una ajustada cinta azul, sus ropas eran lujosas.
-¿Dónde vas?- este pasaba a su lado dirigiéndose a otro lugar.
-Nos volveremos a ver- camino.
-Soy Kaerin – grito para que la escuchara pero él siguió su camino.
La anciana que aun estaba con ella soltó su mano. Se había olvidado por unos momentos de ella y la pellizco con enfado.
-¿Por qué, por qué, por qué- su tono era burlón-Media hora de viaje con una lora parlanchina y bla bla bla- la imitaba- Debo recorrer este túnel con las 200 candidatas que no hacen mas que preguntar- se sobaba la espalda- Jovencitas maleducadas. Si esperas a que te guíe a tus aposentos chiquilla malhablada es mejor que sueñes- dio media vuelta- me voy- se fue de vuelta al túnel. Kaerin se quedo asombrada.

“ La nieve pura tiñe mis manos
Tus ojos marrones se burlan de mí
Te has llevado todo
Dejado el vacío.”



Esa noche el cielo mantenía oculto tras las nubes la luna, un auspicio definitivamente. Kyoto, ocultaba encantos que no dejaría de ver y sus noches, la gloria de toda criatura nocturna. En especial para un mono corredor, un kuei jin.
Ling Naoki, hombre alto de cabello oscuro, acostumbraba usar pequeñas gafas por su antigua miopía, no podía evitarlo. Gustaba de vestir ropa china de buena calidad, abrigos oscuros de cuello mao y hablar con voz pausada, nunca estaba demasiado apurado y menos si era una dama hermosa quien lo solicitara.
Acompañaba a un viejo socio de la familia, el Sr. Yakato, hombre de mediana edad. Este lo invitó a una casa de geishas. No era su estilo en lo más mínimo, prefería el barrio rojo, tanta ceremonia no era lo suyo.
Entraron junto a los guardas a una casa de nombre “Hotaru no sukima” o “Caverna de luciérnagas”. Por fuera no era muy diferente a las demás casas, mas bien normal. Solo se destacaba un hermoso árbol de cerezos no florecidos cercano a la puerta, el invierno teñía sus ramas de blanco.
Siguió al Sr. Yakato sin decir palabras, trato de ser cortes. Una vez dentro pudo notar que el tatami estaba lustroso y fragante, todo el lugar se mantenía con el olor de los árboles. La claridad de la atmósfera invadió su atormentada alma por unos segundos. Una mujer salió a atenderlos vestida con un fino kimono de seda celeste, los bordes tenían garzas blancas, muy sencillo y aun así hermoso. Les dedico una cordial sonrisa haciendo una reverencia educada, digna de su oficio, debía de ser la encargada del lugar.
-Ohayo Yakato- san, sea Ud. Bienvenido- una niña de trenzas les abrió más la puerta para que entraran a la siguiente sala ofreciéndoles una pantuflas color crema.
-Ohayo Midori- san, he traído a un amigo, este es el Sr. Ling Naoki, trátalo como si fuera a mí a quien atiendes- sonrió con picardía dándole una mirada a lo que ella accedió.
-¿Prefiere esta vez una vista a los jardines internos? O ¿La sala de siempre?
-La sala- la mujer los guió dando pasos cortos con sus pies pequeños- Ven Naoki-san, no se si conoces otras casas, pero te aseguro que en ninguna veras chicas tan lindas como aquí.
-Me imagino- trato de subir sus ánimos, el solo hecho de pensar en que estaría haciendo en esos momentos en ves de pasear con el Sr. Yakato lo amargaba.
-Llamare a las chicas- la mujer los dejo solos un momento.

Él más entusiasta era el señor, quien sonreía como si celebrara su cumpleaños. Se distrajo mirando el papel de arroz con motivos de aves sobre árboles frondosos, el color de la sala era el celeste cielo combinada muy bien con el blanco invierno, todo estaba en armonía, le traía tantos recuerdos a su atestada memoria. El ruido suave de las mujeres entrando con bandejas lo despertó de su ensueño, manjares varios sobre la mesa, si al menos los disfrutara como antes.
La Sra. Midori hizo pasar a dos jóvenes con abanico en mano. Una de ellas llamo especialmente su atención; su piel era blanca como la pureza de la nieve recién posada en la roca de una virgen montaña , sus labios finos de un rojo sangre y sus ojos marrones parecían juguetear mientras le observaban.
-Ella es nueva, Yumi-chan -la indico – Parece que al señor Naoki san le interesa- este sonrió asintiendo- Nana- chan y Yumi-chan se quedaran con los caballeros ¿Desean algo más?
-Hermosas mujeres y buen sake es lo único que importa, ve tranquila Midori san, ya me conoces.-La mujer salió, cerrando la puerta.
No pudo dejar de observar aquellas manos blancas hechas en porcelana, su suave andar lo hipnotizo unos momentos dejándolo sin palabras, se sentó a su lado y levanto su manga tomando la botella con sake y vertiendo un poco en su vaso.
-¿De donde viene el caballero?- su voz le recordó el recorrer de las aguas.
-De todas partes, nada en especial- tomo su vaso y dándole una sonrisa seductora bebió todo su contenido-¿Te importaría si paseamos por los jardines?.
-¿No le molesta el frío?- bajo la mirada algo burlona.
-Para nada- se le acerco- En estos momentos es lo que menos tengo- murmuro.
Excusándose con el distraído Sr. Yakato salió del brazo de la hermosa mujer, ésta llamo a una niña pidiéndole le trajera algo para abrigarse, no se veía muy contenta. Su rostro denotaba una frialdad que no podía ocultar.
Caminaron un par de minutos hasta llegar a los jardines internos, la nieve revestía el verde pasto pero la luna le daba un brillo que no era comparable con ninguna otra época del año. Parecía un cuadro finamente pintado por algún artista virtuoso.
-Solo lo puedo comparar con tu belleza Yumi chan- le dijo confianzudo, esta solo se limito a seguir mirando el cielo.
¿Cómo poder saber lo que pensaba una mujer como ella?. Naoki estaba intrigado, a estas alturas del viaje debía estar rendida a sus encantos como era la costumbre. En cambio se veía tan segura de sí misma, casi engreída. Se divirtió, la noche sería muy interesante.
Se sentaron en una habitación con las puertas abiertas hacia el jardín, la geisha pidió les trajeran sake caliente y té verde para el frío.
-¿Esta cómodo aquí?-movió su kimono para quedar con las mangas hacia adentro.
-Perfectamente.- ella le sirvió un poco de sake como era la costumbre.
-¿De que desea hablar? ¿Desea algo en especial?- notaba la doble intención en sus palabras, por sus movimientos parecía decir no te daré nada a cambio.
-Eso depende de lo que estés dispuesta a ofrecer.- bebió.
-Lo que quiera con tal de que deje de mirarme así-fingió sonar inocente y ruborizar.
-¿Te agrada jugar?.- se saco los lentes con calma.
-Mucho. Si es a lo que creo.- rozo con sus manos las de él para retirarlas con rapidez.
Naoki la observo tratando de calmar sus ánimos, el juego ya había comenzado y no estaba dispuesto a perder sabiendo que el premio estaba bien cotizado. Los ojos burlones lo evitaban con disimulo, tratando de posarse en cualquier objeto para no caer en la tentación.
-Dime Yumi chan ¿Te has enamorado alguna vez?- creyó ver el atisbo de una sonrisa en sus finos labios.
-Depende del tipo de amor al que se refiera, los hay de muchas formas.
-Hablo del que siente un hombre por una mujer- se acerco mas a ella.
-No lo sé, es una pregunta difícil de contestar.
-No lo es. Esas cosas se saben de inmediato, es natural.
-¿Naoki san ha estado enamorado?- si seguía así las preguntas no terminarían jamás.
-Te he visto antes Yumi chan ¿Me recuerdas?. Mi memoria es buena y no olvidaría esos ojos inquisidores. Yumiko.
-Todos nos encontramos alguna vez en la vida, no es nada extraño que nos hayamos visto en alguna ocasión. Naoki san es demasiado preocupado- dio una risilla burlona.
Todas sus gesticulaciones denotaban una pereza presumida, al inclinar la cabeza hacia delante paso sus blancos dedos por su frente con gesto despreocupado. Lo exasperaba.
Las horas avanzaron lentas, ella llamo a una mujer para que tocara algo de música desde la otra habitación, mientras conversaban trivialidades de los días, los temas no importaban con tal de conocer un poco más de su vida. Creo una pequeña manía por la hermosa mujer que le estaba consumiendo los pensamientos, no se iría sin tenerla para él.
No le importo la presencia de la artista, ni quería esperar una eternidad para saber si lo aceptaba como su amante. Decidido uso sus “encantos” de mono corredor, la paciencia no era su fuerte ni le importaba caer en lo más bajo con tal de obtener lo que deseaba.
Toco el rostro casi perfecto de Yumi, esculpido en mármol, ésta lo observo con serenidad, hasta en aquel momento podía ser fría como la nieve que ocupaba los jardines. Aproximo su rostro pero ésta se hecho hacia atrás tratando de rechazarlo sin decir nada.
-Dime Yumiko- tomo sus frágiles brazos forzándola a quedar frente a frente- ¿Me aceptaras por las buenas?.
-Nada bueno saldrá de esto Naoki san, sabe que lo que digo es cierto. Sus ojos son como la puerta de un vacío corazón, solo cargado de malos presagios, no me incluya en ellos. No estoy obligada a rendirme de esta manera.
-Puedes incluso insultarme en estos momentos, pero eso no cambiara en nada las cosas.
Sus miradas se cruzaron por segundos que parecieron eternos, la voluntad de la mujer era muy fuerte. Parecía resbalar entre sus brazos queriendo escapar, pero en ningún momento mostró miedo alguno, ni una señal de sentimientos.
-Yumi chan, demuéstrame si al menos tú estas viva- rozo con sus labios los de ella inclinándola hacia atrás para recostarla en el tatami. Tras la pared la música seguía sonando como si nada extraño ocurriera dentro.-Mírame- susurro con su voz cargada de deseo. Pero la mujer se negaba a ceder.
Siguió sus planes para hacerla caer bajo sus encantos, debió sostener la mirada por unos momentos. Tratar de penetrar en su subconsciente y así poder manipular sus emociones, a duras penas logro llegar tras la pared del carácter, quizás fueran principios arraigados o alguna fuerza extraña que no se dejaba dominar.
Acaricio lentamente su cuello frágil y perfumado hasta llegar a sus hombros suaves y desnudarlos. La beso con excitación producto de la espera con la gracia de un penitente, acaricio sus piernas levantando la seda del kimono que las cubría para llegar a su objetivo, pero un quejido agónico amenazo con detenerlo. Sin esperar demora saco el obi rojo del kimono y tentó la carne con manos diestras, no dejo de besarla por donde fuera, el sonido de respiración excitada lo perturbaba aun más. Abrió el vestido dejándola desnuda bajo él, esta tenía los ojos entrecerrados, parecían suplicar que la dejara aun cuando su cuerpo no decía lo mismo. Sus dedos halagaron la fina cintura moldeándola, se sentía un artista frente a la escultura perfecta. Clamo con rostro añorante a su victima.
-No temas- susurro a su oído- esta noche la recordaras como ninguna, desde hoy sabrás lo que es jugar con el diablo.- lamió sus labios sacando algo del maquillaje.
Le hizo el amor durante la noche haciéndola experimentar sensaciones casi muertas en ella, sus cuerpos se complementaron de manera armoniosa como si la lujuria siempre los hubiera guiado. No hubo interrupciones, la habitación se lleno con sus quejidos placenteros, la fría noche pareció más bien una noche calurosa de verano.
Yumi no tuvo percepción del tiempo ni claramente de lo que hacía, los deseos se apoderaron por completo de su mente, no podía pensar en nada más.
Se marcho antes del amanecer dejándola dormida con lo que juzgó ser una sonrisa en sus labios. Una fina lágrima deslizándose por su rostro lo intranquilizó. ¿Por qué?

Yumiko miraba el cielo mientras permanecía parada en el patio sosteniendo el paraguas con ambas manos, desde aquella noche la visitaba seguido. Parecía estar poseída por algo que desconocía, no quería esperarlo pero llegada la noche se encontraba vestida con uno de sus mejores kimonos aguardando en la misma habitación de forma casi ritual.
Naoki solía traerle regalos caros y finos que acumulaba en su ropero, cosas que ella siempre había querido. Se sentía como el agua de estanque sin poder salir, estancada entre las rocas.
-Yumi chan actúa muy extraño ¿Lo has notado?-cuchucheaba una de sus compañeras mirándola desde el otro lado del jardín.
-Quien no lo estaría con tan atractivo caballero.-sonreía la maliciosa Haku.
-Ya quisiera tener su suerte.
-No la querrás, olvida esas ideas- movió las manos tratando de alejar la mala suerte-Dicen que habrá guerra y todos los hombres desaparecen con ellas. Naoki san es un yakuza.
-¿Cómo lo sabes?- se espanto ante la primicia- Dime.
-Es un secreto a voces lo que te digo, me lo contó Nana chan.
-Pobre Yumi chan.- la siguieron observando.

Salió a un encargo en compañía de Nana, las calles estaban concurridas por soldados, vendedores y gente que iba a sus trabajos. Las mujeres caminaban en silencio portando sus sombrillas por si la nieve las sorprendía. La gente que pasaba les dirigía miradas de orgulloso respeto, mal que mal eran lo que iba quedando de la tradición de un país que cambiaba rápidamente.
Nana paro en el puente a comprar a un ambulante, Yumi no le presto mayor interés, se dedico a mirar el agua congelada que corría bajo el puente, los peces debían de estar invernando. Una extraña sensación paso por su mente, el agua parecía susurrarle palabras que no entendía, se acerco con curiosidad, no era la primera vez que le ocurría. Bajo por el costado del puente, las aguas corrían cristalinas llevando consigo notas producidas por el pasar sobre las rocas. Se acerco hasta tocar con sus manos el líquido.
-¿Eres alguna clase de espíritu del agua?- murmuro maravillada. No hubo respuesta. Se arremango el kimono y se sentó en el nevado suelo mirando atenta por si algo ocurría, más nada paso, quizás fuera una jugarreta de su mente.
-Yumi chan- escucho que la llamaban desde arriba- Ven rápido.
Esta subió con cuidado de no tropezar llegando donde su compañera la que se veía algo ajetreada.
-Yumi chan, los barcos- le indicaba el puerto- Hay barcos extranjeros en el muelle ¿Vienes a ver?
-Deberíamos ir por el encargo- miro hacia el cielo, un copo de nieve cayo en sus manos.
-Iré a ver Yumi chan. No quiero esperar las noticias- sonrió alejándose junto a un grupo de fisgones.
Dando un suspiro de desaprobación siguió su camino hacia la tienda de seda, no perdería más tiempo.
Al cruzar la calle sintió que era seguida por un par de hombres, de no buenas intenciones. Apresuro el paso algo preocupada, en la tienda pediría ayuda.
Pronto se vio acorralada al olvidar el camino que había sido cerrado, Kari no le advirtió del cambio en las calles, esa niña era una incorregible. Dio media vuelta notando a sus seguidores al final de la calle. No quiso mostrarse temerosa, camino con seguridad ocultando su rostro bajo el paraguas, los copos de nieve se hacían cada vez más seguidos.
-Deberías acompañarnos- la voz sonaba déspota, hizo oídos sordos dispuesta a defenderse con lo que tuviera en mano.
-Tú debes ser Yumiko- al escuchar su nombre se sobresalto- Será mejor que vengas con nosotros, el Sr. Makino desea que lo visites, ya ha llegado el momento.
-Si el señor desea verme tenga el favor de decirle que estaré en Hotaru no sukima- trato de sonar complaciente.
-Lo lamento- el hombre más alto tomó su paraguas quitándoselo a la fuerza- Por aquí.-tuvo que seguirlo hasta un auto negro que los esperaba estacionado a media calle.

Llegaron hasta una gran casa a las afueras de la ciudad, cada vez que se alejaban sentía que su corazón se vaciaba más y más, no comprendía tan oscura sensación.
Se bajo y siguió al guía, los pasillos eran largos y decorados a la usanza antigua, jarrones, pinturas, motivos de riachuelos y peces voladores. La servidumbre revoloteaba de un lado a otro haciendo sus quehaceres.
La última puerta fue abierta, entro ante la señal de quien la acompañaba.
-Ohayo Yumiko san-escucho una voz que reconoció dando un paso hacia atrás.
Un hombre de mediana edad, vestido de terno de corte perfecto, parecía ser alguna clase de político o militar por el ancho bigote sobre su labio y su altanera manera de pararse con ambas manos atrás en señal de autoridad. Esta vez lo desconoció en apariencia, el cambio era sorprendente, sus ojos de un azul mar parecidos a una pecera habitada en eterno movimiento eran lo único que podía recordar de aquel hombre.
-Soy Makino Saji- hizo una reverencia para luego con la mano hacer que los demás despejaran la habitación-Gomen, gomen. La manera en que te he traído, no es digna de ti. No he cambiado tanto Yumiko ¿Por qué me miras así?
-Lo lamento- imito la reverencia- Si me hubiese pedido que viniera lo habría hecho con agrado y solo miro su favorable cambio Makino sama.
-Ie Yumiko san, no es eso lo que ves en mi.

Esa noche no la encontró, Naoki pidió explicaciones a la Sra. Midori, pero esta no supo que decirle, ni Nana sabía donde estaba. Inquieto se quedo a esperarla en la habitación hasta avanzadas horas de la madrugada. Miraba el fúnebre jardín con cierta intriga, ya no le parecía tan atractivo si no estaba Yumi para compararlo.
Escucho las quejas de la señora Midori y las preguntas de Nana, la puerta se abrió, era la geisha quien traía una mirada sin expresión en su rostro de muñeca. Se acerco a su amante y lo abrazo como si fuera la última vez. No entendía nada, solo la estrecho entre sus brazos consolando su pena, jamás la vio así.
-Yumi- la ayudo a sentarse junto a él- ¿Ha ocurrido algo?- acaricio su rostro con suavidad sintiendo como se estremecía su piel.
-Una vez me preguntaste si me había enamorado alguna vez- su voz era tan suave, podía sentir el temor con el leve temblor de sus palabras.
-Lo recuerdo bien- sonrió.
-El ave que vive enjaulado ¿Sabe acaso que hay más como él del otro lado de la montaña?-sonaba triste.
-Supongo que no.
-Tú eres quien abrió la puerta de mi jaula- ruborizo tratando de ocultar su rostro-Solo quiero que vuelvas a cerrar la puerta y botes la llave donde nadie más la pueda encontrar jamás. ¿Puedes hacerlo?
-Ie. Jamás lo haría- rozo con sus dedos los finos labios carmesíes viendo como las lagrimas surcaban las mejillas de la hermosa mujer, la mujer que amaba- Quisiste jugar conmigo, estas son las consecuencias- murmuro besando su frente.
-Onegai.- cerró los ojos tratando de serenar su atormentado corazón.
-Ya es tarde- la recostó en el tatami- Tu odio hacia mi se ha transformado Yumiko, no olvido lo que hice a tú familia ni porque estas aquí, pero sí doy gracias a los kamis por haber cruzado nuevamente nuestros caminos y haberte bendecido.
-No es verdad, yo no estoy bendita. Naoki san, yo... – no pudo continuar, éste la estrecho como si fuera a estrujarla entre sus brazos para besarla con anhelo.
El calor recorrió igual que las noches anteriores sus fríos cuerpos, el invierno se iría dando llegada a la primavera y esto no cambiaría en nada lo que sentía el uno por el otro. Lamió sus manos haciéndola estremecer de placer, podía conocer a la perfección cada punto de su cuerpo, su mapa memorizado. Acaricio cada rincón moviéndose listo a atacar a su indefensa presa. Manipulo a su antojo las ansias de la mujer dejando a su apetito disfrutar lentamente lo que vendría. Marco con sus dedos sus pechos desnudos escuchando su corazón agitado, dejando salir de sus labios un aliento lujurioso. La tomo como siempre, sintiendo algo diferente, solo lo interpreto como el despertar de sus emociones, unas que bajo llave permanecieran oprimidas tras una mascara de indiferencia. La amo como nunca, la sintió como nunca, esperando que sus sueños fueran de ella y los de ella suyos. Todo fue demasiado perfecto.

Despertó antes del amanecer, esta vez no se iría. Deseaba llevarla con él adonde fuera, la protegería si era necesario del mundo que los atormentaba. Toco a su lado sintiendo el frío de la ausencia. Turbado se levanto poniéndose algo de su ropa regada por el suelo, quedaba poco para que amaneciera así que apuro el paso saliendo en silencio a los jardines que era donde seguro la encontraría. Una extraña manía por el invierno.
Fue exacto su presentimiento, la encontró vestida con un kimono blanco parada en medio del jardín junto al estanque, las aves comenzaban a trinar recordándole que el sol se acercaba junto a la esperada primavera, la nieve se derretía formando pequeños charcos de tristeza.
-Pronto el blanco desaparecerá- menciono angustiada- la primavera no es mi época favorita, ni nunca lo será.
-Vamos adentro. Enfermaras si sigues aquí.
-Ya no podré estar contigo- lo dijo al fin esperando que sus palabras se las llevara el viento, pero seguían ahí rondando en el aire.
-No es cierto. Quiero que vengas conmigo, iremos a China, jamás volverás a trabajar en esto.- se acerco escuchando como sus sandalias chapoteaban en los charcos.
-Gomen. Debí saber que esto pasaría.
El amanecer comenzó a mostrarse con los primeros rayos naranja, el cielo se aclaro recibiendo con regocijo lo que sería su perdición. Naoki contemplo con desdén al astro que siempre los intimidaba.
-Vamos adentro. Ven-trato de tomar su mano pero sintió que atrapaba solo aire helado. Abrió los ojos mirándola sorprendido, creyó que su vista era engañada al notarla casi incorpórea, casi una ilusión.
-Mi muerte no fue predestinada, solo así logre retrasar mi ida. Ayer, el shinma que me ayudo ha reclamado su parte del trato- movió la cabeza con melancolía tratando de no mirarlo a la cara, no quería romper en lagrimas- Estoy feliz de haberte conocido, solo lamento que fuese por tan poco tiempo.
-Espera, eso que dices no es cierto, hay maneras de hacer que... –esta negó con la cabeza.-No es posible que no podamos estar juntos. Yumiko- el sol comenzaba a mostrarse con mayor claridad causando cosquillas en la piel del kuei jin. Aguanto con dignidad, su problema no era importante comparado con la perdida de su amada.
-Sayonara. Naoki san- musito una sonrisa- Guárdame en tus recuerdos, quizás algún día nos volvamos a encontrar y ese día sea para siempre... - su voz se perdió en el aire.
Naoki cayó de rodillas sin poder hacer nada, las leyes de los shinmas no eran las mismas que las de los kuei jin. Aun cuando su corazón estaba muerto hacía años sintió que un agujero se expandía dejando que el desconsuelo ocupara nuevamente su lugar privilegiado. Su P`o se rió alimentándose con disfrute del momento, nada pudo hacer para calmar su soledad, se rindió a la desesperación dejando que sus instintos jugaran sin culpas a través de su cuerpo. Su naturaleza fuego, la pura locura gano a la conciencia, ansias consumidas por una salvaje furia.

No fue él quien quemó la casa de geishas, si no su monstruo interior, ayudándole a eliminar los rastros de dolor de manera ruin, mucha gente murió esa mañana y en la noche solo la sangre tiñó de vergüenza la caída.
Creó una leyenda que lo atormentaría para siempre; sobre el monstruo que lloro manchando con sangre los restos de un invierno piadoso.







Kai

12:40 | 0 Comments

LING MASUTATSU KAI ;

Antes de descubrir era un shen, simplemente vivía sus días como un apacible felino entre las calles de Kyoto, comía donde una buena anciana quien se preocupaba de dejar raciones diarias para el y sus amigos felinos. Además era un cucho de solo 3 meses de edad, nada extraño ni fuera de lo normal.
Cierto día, un pequeño mono llamo su atención y encantado ante los extraños movimiento y su manera de gesticular, fue en pos del desconocido. Pronto noto estaba en problemas y lo ayudo a esconderse entre los callejones.
Desde ahí sus días cambiaron, fue convencido sin ninguna dificultad a que lo acompañara. (Fue descubierto por el mono como uno de los suyos-en el caso de los shinmas). Conoció a su sentai y a su madre adoptiva, una suijen que lo acogió con todas sus mañas de la calle junto a su esposo, un yakuza de alta familia.
En el colegio, siguió los pasos de su amigo mono, imitándolo en cuanto podía. A pesar de lo que la gente decía, a él si le agradaban las bromas de su compinche y lo trataba de ayudar en cuanto podía con tal de reír a carcajada limpia.
Ya a sus 9 años humanos, junto a su madre tomo la difícil decisión de ir a una escuela china para seguir su nuevo sueño, ser un artista de alguna temporada en el ¨solei¨. Ha trabajado aunque le cuesta el enfocarse en las tareas ya que suele preferir ir de salidas con sus amigos antes de estudiar. Siempre hace trampa esperando que nadie lo pille (con su rostro angelical aun no logran descubrir que es él el que maquina las bromas a los profesores). Cada ves que puede va a visitar a su familia y amigos. Vive una vida plena sin problemas ni ataduras y espera seguir así por largo tiempo aun cuando hay días en que olvida su faceta humana y vaga por la ciudad en su forma gatuna, esperando que alguna linda niña le de mimos.

CESARE;

Este manga comienza con la llegada de Ángelo a una universidad de eruditos, abogados y médicos entre otros (año 1491 en Pisa, Italia.), donde comprenderá de a poco los diferentes grupos de estudiantes adinerados que la circundan. Tratando reiteradas veces de no hacer problemas, pero su liberal pensamiento y su pureza al hablar suelen jugarle malas pasadas.
Uno de los personajes mas interesantes son obviamente Cesar, quien posee el nombre del antiguo Emperador Romano y de uno de los Papas. Español, en un comienzo algo oscuro, pero que ayudara de apoco a nuestro personaje, quien parece interesarse en el muchacho. El otro es su Eminencia Giovanni, futuro Cardenal, un estudiante que mas parece traficante por su aire altanero y comportamiento de quien no hace mal al solo enviar a sus seguidores a manchar sus manos por el. El típico religioso de la época.
Nos habla sobre los personajes antes de convertirse en lo que leemos en los libros, jóvenes como cualquiera pero con la pompa de sus apellidos.

De Fuyumi Souryu, el dibujo esta muy bueno, parecido pero no comparable con Berserk ya que son temáticas completamente diferentes, este manga es menos fantástico. Fondos limpios y trazo seguro, me gusto mucho aun cuando en un principio no le tuve mucha fe.








Comedia shojo...de .....filetito filetito.......me gusto mucho no se nota???

Junto a su oso regalon que paso casi toda la serie pisoteado en el suelo...XD pobre

Mi favorito de esta temporada...Tamaki....
TODOS SATR AQUI EN LA QUINTA

YO

12:46 | 0 Comments


AUTORETRATO

WAJAJJAJA MI AMIGUI VERSION MUSULMANA INDIA....

12:10 | 0 Comments

Mis amigis cuando recien los conoci .....EL FLACO...JUANITO Y ANIBAL....

ahora estan todos feos...ajajjajajjaXD

BUENO...para la proxima tendre mas fotos es que necesito el cable de la camaraa para bajarlas....T_T

pERO SALEN RE BONITOS......XD
Esta foto es de una unica presentacion marca chantichiiiiii con unos amigos de santiasco que tocamos Siam shade.....waaaaaaaaaaaa






Aqui estamos los ñoños de RANDOM y demaces.....ajajjaja no la que sobra no sobra es la manager...SARITA...ella gruñe y rasguña cuando nos tratan de joder....XD

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